Jueves 14 de Marzo / 2019
Haré de ti una nación grande, te bendeciré, engrandeceré tu nombre, y serás bendición. (V. 2)
Después de Babel, Dios comienza a tratar con personas relacionándose con Abraham, de quien surge una nación, de la que saldrá el Redentor. Con amos en que Dios obra de la mejor forma.
Así, Dios eligió a Abraham, hombre de fe, uno de los más grandes que vivió sobre la tierra, ¿pero qué características tenía?
En primer lugar, ser famoso. Las tres grandes religiones del mundo: el judaísmo, el islam y el cristianismo, se remontan a Abraham; por eso, Abraham fue un gran personaje.
Segundo lugar, la nobleza y generosidad de su carácter. Permitió que Lot, eligiese la tierra que más le agradase, aceptando lo que quedara.
En tercer lugar, un gran hombre tiene que vivir en el momento oportuno. Así sucedió en la vida de Abraham.
La cuarta característica es la fe. Dios mismo describió a Abraham
como un hombre de fe, que creyó en Él. Abraham no fue un hombre perfecto, falló en varias ocasiones, pero nunca se dio por vencido.
Dios hizo a Abraham triple promesa: El primer elemento, es la tierra. «Voy a mostrarte una tierra, y te la voy a dar». El segundo: «Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre». La tercera una bendición: «Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra».
Abraham dejó Ur, pero llevó parte de su familia como su padre, Taré, aunque Dios le había dicho que no le llevase.
En la tierra prometida, Abraham armó tienda y edificó el altar, manifestando su relación con Dios y donde iba dejaba una señal de esa relación.
Abraham, sin consultar a Dios, viajó a Egipto y comenzaron a aparecer las dificultades, viviendo los problemas de su desobediencia, por abandonar la tierra que Dios le dio.
Tomando decisiones apresuradas, sin conocer la voluntad de Dios, tendremos problemas.