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UN TESTIMONIO DE VIDA Y FE

1 TESALONICENSES 1:1-10


En esta carta encontramos una iglesia en unidad con Dios, por medio del Hijo, en donde la paz y la gracia sobreabundan. Como siempre la gratitud resalta el corazón del siervo de Dios, quien todo agradece con sinceridad y amor.


La fe que obra conforme a la verdad es el mejor testimonio de la manifestación de Dios en nuestras vidas, esta confianza sólo es motivada por un amor que no teme, que ha dejado el miedo atrás para vivir conforme a la divinidad y con constancia persevera por asemejarse a Cristo. De nuevo la esperanza, la fe y el amor son los estandartes de un creyente ante un mundo sin esperanza, que no confía y que es egoísta.


En un hombre de Dios siempre habita la certeza de la elección divina, no cabe duda que entiende y comprende el propósito y sentido de la misma sobre su vida y el privilegio que ésta conlleva. El evangelio se ha evidenciado en nuestras vidas por el poder con el que Dios ha obrado en nuestros corazones para que la fe, esa convicción acerca de la verdad, se mantenga firme en nuestros corazones.


En otra traducción encontramos que,todos, “vinieron a ser” seguidores, imitadores de Cristo y de sus discípulos,lo cual indica, un acto decisivo con resultados permanentes. Esto sucede cuando, aun en medio del sufrimiento, recibieron el mensaje de poder que es infundido por el

Espíritu.


Al preocuparse primero por ser, antes que hacer, se convirtieron en ejemplo, pues su cambio y transformación no sólo fue exterior, sino interior. Como verdaderos creyentes proclamaron el mensaje de Cristo en todo lugar, su testimonio de vida y fe se ha divulgado, entre los que no

creen, como un poderoso mensaje de transformación y vida espiritual.


Los tesalonicenses dejaron de lado toda idolatría, toda práctica inoficiosa, para volverse a Dios, a su amor y su fe.
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