Lunes 18 de Marzo / 2019
Proverbios 30
“Soy el más ignorante de todos los hombres; no hay en mí discernimiento humano. No he adquirido sabiduría, ni tengo conocimiento del Dios santo” V. 2-3 (NVI)
Agur, declarando, con toda humildad, su desconocimiento del Creador, de pronto expone una de las más grandes profecías y revela a Jesús (V.4).
Esto sólo nos demuestra que en el momento en que nos acercamos con total honestidad al Padre, Él nos revela sus maravillas (Jeremías 33:3 - Juan 15:15 - Amós 3:7).
Luego hay una preciosa oración que manifiesta ese anhelo de no ofender al Padre, sino de buscar como agradarle (Vs. 7-9). ¿Cuántos nos atrevemos a hacer una petición como la de Agur, pidiendo escasamente lo necesario? En un mundo en el que se da valor a la persona por su posición y posesiones, todos corren detrás de cómo alcanzar más y más, nunca es suficiente y esta ambición les aparta de Dios (Hebreos 13:5 – 1 Timoteo 6:8-9). Como escribió Pablo, es mejor ser agradecidos con Dios por lo que nos da, nos parezca poco o mucho, sabiendo vivir con lo que recibimos (Filipenses 4:12).
Y, por último, a manera de una sicología inversa, como dicen hoy, se nos muestra como permanecer en Dios: no aprovecharnos de alguna posición ventajosa para abusar de otros; honrar a nuestro padre y a nuestra madre (Efesios 6:1-3); reconocer las faltas que cometamos delante del Señor; humildes, gentiles y pacientes, soportándose los unos a los otros en amor (Vs. 10-14).
Podemos entonces concluir que:
La forma de conocer a Dios y sus propósitos es acercándonos a Él con humildad y sinceridad.
Quien se acerca al Padre debe tener el deseo de permanecer en ese conocimiento y comunión con Él.
Debemos recordar y aplicar, a nuestra vida, los mandamientos para no salirnos de los caminos del Señor.