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Lecturas del 13 al 17 de Julio

Actualizado: 19 jul 2020


LUNES 13 DE JULIO


UN LLAMADO AL ARREPENTIMIENTO

• JOEL 2: 12 – 21 •


“Vengan ahora y cambien su vida, y regresen a mí de todo corazón”


Por medio de su profeta, Dios transmite un llamado directo para que la nación de Judá se arrepienta. Esta es la condición básica para que Dios acuda en su ayuda. Joel por su parte parece ofrecer la “fórmula” divina que el pueblo habría de poner en práctica para asegurar el perdón de Dios, su ayuda y restauración: “Volveos a mí” encierra la idea de arrepentimiento, de obediencia, de cumplir la parte del pacto que les corresponde. Pero deben hacerlo con todo… corazón, o sinceramente. Dios no quiere expresiones mecánicas o superficiales. El Señor demanda un arrepentimiento genuino, sincero, de corazón; un arrepentimiento espiritual. V. 13 …vuestro Dios… es clemente y compasivo, lento para la ira, grande en misericordia.


Desiste del castigo, habla de que Dios puede detener el castigo o decidir no ejecutarlo. Dios dijo al pueblo que se volviera a Él mientras todavía había tiempo. El tiempo corría y la destrucción pronto les vendría encima. El tiempo también corre para nosotros. Debido a que no sabemos cuándo nuestra vida llegará a su fin, debemos volvernos al Señor ahora, mientras podemos. No permita que algo le impida volverse a Dios. Muchas veces la gente se desgarraba las ropas en demostración de profundo remordimiento. Sin embargo, Dios no quería una demostración exterior de penitencia sino un arrepentimiento interno. Asegúrese de que su actitud hacia Dios sea correcta y no sólo en lo externo. El pecado acarreará castigo en el Día del Señor, y sólo el perdón de Dios brindará regocijo. A menos de que usted se arrepienta, su pecado traerá como resultado el castigo. Permita que Dios intervenga en su vida y se podrá regocijar en ese día, ya que no tendrá nada que temer.


Cuando Dios perdona, promete suplir toda necesidad a los que ama, restaura nuestra relación con Él y cuida mediante la comunidad de creyentes.


 

MARTES 14 DE JULIO


¡QUÉ SUSTO!

• HECHOS 20:7-1 •



No me puedo imaginar el susto que pasaron los presentes cuando este muchacho cayó por la ventana. En este escrito encontramos tres clases de “creyentes”. Vamos a ver:


DESENTENDIDOS (V. 9): Una de las funciones de la ventana es comunicar el interior con el exterior. Eutico eligió este lugar y seguramente daba la apariencia de estar pendiente de lo que ocurría adentro, pero de igual manera participaba de lo que estaba afuera (el mundo). Se sentó en la ventana, no estaba ni afuera ni adentro.


Escuchan de lejos la Palabra de Dios, se conectan para escuchar devocionales, prédicas o alabanzas, pero al menor pretexto (una llamada, un mensaje) salen de la reunión o se duermen y antes de que se den cuenta caen por el precipicio; así se encuentran muchos en este momento cayendo por la ventana; en lugar de afirmarse en su fe, se han apartado del Señor.

APASIONADOS (V: 9a): Se preparan, estudian, oran, están en continua meditación de la Palabra. Son esos pastores, consejeros y líderes que confían plenamente en lo que Dios puede hacer y no dudan ni un instante en animar, enseñar y compartir con otros de lo que el Espíritu Santo les ha hablado, siempre glorificando al Padre.

HAMBRIENTOS (Vs. 7/10): A pesar de que Pablo predicó hasta la media noche y luego del accidente siguió hablando hasta el amanecer, estas personas permanecieron, para tener comunión, compartir la Cena del Señor y escuchar su Palabra. ¿Cuánto anhelas a Cristo en tu vida?


Dios resucitó a este joven por medio de Pablo (V. 10), ¿habrá un Pablo que te resucite si eres tú o uno de los que amas el que cae? ¡Qué susto ver caer a los que amamos y no poder hacer nada! Es tiempo de tener hambre de Cristo, de apasionarnos por compartir de Él.


Todos estuvimos caídos, pero Jesús vino a levantarnos y darnos vida (Juan 10:10).


 

MIÉRCOLES 15 DE JULIO


“PROPAGACIÓN”

• FILIPENSES 1:12-16 •


En la Iglesia de ese entonces, se encontraban muchos que hubieran querido salir a la calle, y testificar de su fe. Pero después de haber escuchado predicar a Pablo, algunos quizás pensaron: «Bueno, me agradaría dar testimonio del Señor, pero no puedo hacerlo como lo hace él». Ellos consideraban al apóstol mucho más efectivo que lo que ellos podrían ser. Pero, un día, se corrió la voz: «Pablo está en la cárcel y ya no puede salir a predicar». Entonces como resultado, se cree que muchos comenzaron a proclamar el Evangelio, por las ciudades y caminos romanos, confrontando a la gente con el mensaje de Cristo. Así el apóstol pudo declarar: “Gracias a mis cadenas, ahora más que nunca la mayoría de los hermanos, confiados en el Señor, se han atrevido a anunciar sin temor la Palabra de Dios».

Es posible que Pablo no haya sido consciente de la importancia de sus escritos, pero si él no hubiera sido puesto en la cárcel, no tendríamos las epístolas de la prisión, que son: Efesios, Filipenses, Colosenses, y Filemón. ¡Son cartas extraordinarias! Así, Pablo pudo afirmar que su encarcelamiento había contribuido al progreso del Evangelio.

Es increíble que la predicación del Evangelio de Cristo pudiera ser llevada a cabo, pero algunos lo hacían por envidia y rivalidad. Pablo lo menciona varias veces en esta carta. Seguramente varios estaban predicando el Evangelio de esa manera, envidiosos del apóstol Pablo y celosos de que no obtenían los mismos resultados que Pablo conseguía.

Una de las soluciones adecuadas para todos los cristianos, con este problema de la envidia, es que cada creyente reconozca que tiene un don. El cuerpo, es decir la Iglesia, no podría funcionar si todos tuviéramos los mismos dones. Recordemos que Pablo les escribió a los Corintios diciéndoles que los dones debían ser ejercitados con amor (1 Corintios 13:4). Si usted pone en práctica su don con amor, usted no envidiará a nadie.


Finalmente, la palabra rivalidad es interesante, en griego «eris», que significa provocar, refiriéndose a los que provocan conflictos. Pero es importante destacar que en aquella época había algunos que proclamaban el nombre de Cristo con buenas intenciones. Ésta es la invitación para el día de HOY: predicar su Palabra con un corazón limpio y testimonio de vida.


 

JUEVES 16 DE JULIO


CREÍ QUE ERA AMOR

• 1 CORINTIOS 13 •



En mitad de una plaza de mercado un padre perdió a su hijo por 5 minutos. Al ver su angustia, todos a su alrededor empezaron a buscar al niño en solidaridad hacia este hombre. De repente alguien se detuvo y preguntó: - ¿Cómo luce tu hijo? Si no sabemos cómo es, no lo reconoceremos cuando lo veamos.


En la gran plaza de este mundo, muchas personas gastan su vida buscando amor sin saber exactamente cómo luce. En consecuencia, no lo reconocen cuando lo ven y terminan confundiéndolo con cualquier oferta en el mercado.


El pasaje de 1 de Corintios es una detallada fotografía -un retrato hablado, si se quiere- de cómo luce el amor. Este “es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso” (V. 4). Pablo inicia con una descripción interna del amor: Paciencia y Bondad; parte del fruto del Espíritu Santo en nosotros. En seguida traza una frontera que separa lo que es de lo que no es el amor. Si alguien se jacta o se enorgullece por la calidad de su amor, entonces no se trata de amor.


Si la descripción interna del amor es bella, la externa es impecable: “No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor” (V. 5). El amor no consiste sólo en sentimientos, aunque los involucra; el amor bíblico se manifiesta en la conducta; es decir, en acciones diarias que procuran el bien del otro.


Parecería suficiente un amor así. Sin embargo, el Dios del universo ama de manera desbordada. Él no sólo ama; Él es amor. Así que el máximo nivel de amor es el sacrificio: “Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (V. 7).


En lugar de gastarnos la existencia buscando amor, invirtamos la vida dejando que el Amor de Cristo nos encuentre a diario.


 

VIERNES 17 DE JULIO



VERDAD = PERSECUCIÓN

• HECHOS 6:8-15 •


Los capítulos seis y siete del libro de los Hechos nos narran la historia de Esteban como servidor de Cristo; estos 2 capítulos nos muestran la clase de hombre que era Esteban, nos cuentan que era un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo (Hechos 6:5). La Palabra también lo describe como un hombre lleno de gracia y del poder de Dios (V. 8).


Podemos ver que Esteban era un instrumento, a quien Dios usaba para hacer grandes milagros entre el pueblo; nos cuenta la historia que un día se pusieron a discutir con él unos hombres de la sinagoga llamados los libertos (eran un grupo de judíos esclavos liberados por Roma y tenían su propia sinagoga en Jerusalén). Como no podían hacer frente a la sabiduría ni al Espíritu con que hablaba Esteban (V. 8), estos hombres mintieron en contra de Esteban, causando su arresto y presentación ante el Concilio judío; decían que había blasfemado en contra de Moisés y de Dios. Se sabe que los saduceos eran mayoría en el concilio judío y ellos aceptaban y estudiaban solamente los libros de Moisés (Génesis a Deuteronomio); desde su punto de vista, hablar blasfemia en contra de Moisés era un crimen, por esta razón presentaron testigos falsos, los cuales declararon en contra de Esteban lo siguiente: “Le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá este lugar y cambiará las tradiciones que nos dejó Moisés».


Podemos notar que malinterpretaron las palabras de Esteban que, seguramente se referían a las palabras dichas por Jesús pero que se referían a Su propio cuerpo y no a un templo físico.


Causa curiosidad que Esteban fue acusado de una forma muy parecida a la que fue difamado Jesús; podemos notar que en ambos casos buscan testigos falsos y se les inculpa del mismo delito para poder condenarlos (Mateo 26: 59-61).


Querido hermano, no importa lo que puedan hablar o decir de ti, siempre habrá personas a las que no les guste la verdad, pero tu deber como hijo de Dios es siempre estar firme en la Palabra y cumplir lo que el Señor te ha mandado; al final no buscamos la aprobación del hombre, buscamos la aprobación de nuestro Padre.


El final del capítulo seis nos dice que los del consejo, al fijar su mirada en Esteban, vieron que su rostro parecía el de un ángel, así que, no importan las circunstancias, siempre se nos tiene que notar que somos hijos de Dios.


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